En primer lugar me gusta tener una amplia conversación con la aspirante sobre muchos aspectos (gustos, límites, tipo de relación de dominación, duración de las sesiones, etc.). Todo para llegar a un consenso.
Luego pido a mis sumisas que me firmen un “Contrato de Sumisión”. El contrato de sumisión es un documento firmado de forma libre y voluntariamente por la parte sumisa y la parte dominante en el que se plasma los derechos y responsabilidades de ambas partes, y en que la sumisa da su consentimiento por escrito para el desarrollo de estas practicas no convencionales.
Uno de los aspectos mas importantes en una relación BDSM es el tema de la confidencialidad. Como Amo, me comprometo y garantizo a todas las sumisas total y absoluta privacidad y discreción. Pero también lo pido. Todo ello encaminado para que no pueda suponer un perjuicio laboral o personal ni pueda ser utilizado contra el crédito y reputación de la sumisa.
A partir de aquí, en función del tipo de relación de dominación que prefiera la sumisa, yo pondré unas normas y directrices. Su trasgresión supondrá un castigo y su obediencia un premio . Después de cada sesión, la sumisa tendrá el “aftercare” o cuidados posteriores si lo quiere y lo necesita.
Es obligatorio el uso de la palabra de seguridad. Normalmente utilizo un sistema de dos palabras de seguridad: una, para indicar que la sumisa está llegando al límite; y otra, para cesar inmediatamente.
La sumisa puede solicitar una tercera palabra para solicitar el incremento de la intensidad de las practicas. Para mí, la palabra de seguridad es muy importante para conocer el estado físico o emocional de la sumisa durante las sesiones. Yo no cesare o disminuiré la intensidad si no se pronuncia correctamente dichas palabras.

